En el borde de la Sierra de Buçaco, donde la montaña alcanza los 547 metros de altitud, se encuentra el Bosque de Buçaco, cercado por un elevado muro con once puertas de entrada. Haz de ellas el punto de partida para un paseo por la naturaleza de la región y déjate conquistar por la exuberancia serena, casi mágica, del verde intenso de Buçaco.
Después de recorrer los caminos de la sierra, descansa en el Palace Hotel do Bussaco, uno de los más bellos edificios neomanuelinos de Portugal, o visita el Convento de Santa Cruz, donde el General Wellington pasó la noche durante la batalla de Buçaco. Déjate envolver por el encanto de la flora y la historia de este lugar.
La extensión del Bosque de Buçaco está muy por debajo de la de los grandes bosques de Europa. Sin embargo, la variedad de sus especies vegetales los supera en gran medida. Dentro de los muros construidos por los Carmelitas Descalzos existen cerca de 400 especies nativas de la parte portuguesa del Arco Atlántico y aproximadamente 300 que provienen de otros climas. El elemento más representativo de esta simbiosis es el cedro de Buçaco, un imponente ciprés originario de México, que fue probablemente la primera especie plantada en el bosque por los monjes en 1656. El Cedro de São José, plantado hace 350 años por los monjes junto a la puerta con el mismo nombre, es el símbolo local de esta imponente especie de árboles.
Si hay un lugar fresco y tranquilo para pasear, ese lugar es el Bosque de Buçaco. Con seis itinerarios para recorrer a pie, debidamente señalizados, el bosque te invita a lanzarte al descubrimiento de su botánica deslumbrante. Sigue hasta el Vale dos Fetos y disfruta en sus lagos, refréscate en las numerosas fuentes distribuidas por la cerca y admira sus rincones naturales dibujados por la lujosa vegetación. También puedes explorar el bosque a través de las rutas históricas: admira las imponentes puertas de la cerca o las ermitas construidas por los Carmelitas Descalzos, erguidas en perfecta armonía con los árboles. Recorre los Passos da Paixão de Cristo, sube hasta el Miradouro da Cruz Alta y, para acabar, ve hasta las Almas de Encarnadouro para visitar el Museo Militar.
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